YO SÍ DIGO CUÁNTOS AÑOS TENGO #sayyourage
El otro día me equivoqué y me puse la crema de noche, por la mañana. Me dio la risa porque
pensé “y qué más dará”, desvelando así que, en la profundidad de mi ser, no creo en las
cremas. Ya ves, hay quien no cree en un virus, y yo no creo en las cremas. Lo comenté un día,
incurriendo en una tremenda contradicción, mientras compraba unas cremas. Conversando
con la dependienta sobre mi escepticismo, su respuesta fue rotunda “¡imagina si no te la
pusieras!”. Eso mismo pensé, pero no en la misma línea argumental, creo. ¿Qué pasaría si no
me las pusiera?
Y qué pasaría si no estuviéramos obligadas a no envejecer. ¿Si borráramos el palabro “anti-
aging” de todos los productos de cosmética? Más que los ungüentos en sí, me refiero al
concepto de que las mujeres somos esclavas de la juventud que “perdemos”.
¡No perdemos nada, señores! Ganamos arrugas, ganamos experiencia, ganamos años, y quizás
también algún kilito, o al menos se redistribuye su ubicación. Y digo “señores”, aún a sabiendas
de que muchas de nosotras, tenemos tan interiorizado como ellos, o más, que nuestro valor,
supuestamente, está en nuestro aspecto.
Si hay un comentario que me chirría, es: “pues, pareces más joven”. No quiero parecer más
joven, no tiene más valor para mí parecer que tengo 45 años, cuando ya he cumplido 5 más. Y
yendo un poco más allá, ¿qué imagen tienes en tu cabeza de una mujer de 50 años, para hacer
una comparativa imaginaria y decir que yo parezco más joven? ¿Cuántas arrugas debería tener
a los 50? ¿Mis pechos deberían estar un poco más cerca de mi ombligo? ¿No ves suficientes
canas?
Y ya puestas, ¿podemos dejar de juzgar a las mujeres que se visten de una forma “demasiado
juvenil”? ¿A qué edad debe una mujer dejar de usar minifalda? ¿La chupa de cuero ya no es
apropiada a los 50? Si es así, ¿estamos diciendo que a los 25 deberías enseñar canalillo, y
mostrar el máximo posible de piel?… aunque no demasiado porque si te pasas, ya no eres
decente.
A mí ya no me apetece mirar mal a mis hermanas -hermanas, en el sentido amplio- si llevan un
vestido “que no le queda bien”, o se ponen tacones y no parecen lo suficientemente
feministas. Ya está, se acabó. Si tú te sientes bella y te apetece mostrar, o no mostrar, partes
de tu cuerpo, o expresarte de una manera o de otra, quién soy yo, y quién es nadie, para
juzgar.
Hay muchas maneras de controlar a las mujeres, y una muy significativa es la presión social
sobre su cuerpo:
Body-shaming → demasiado gorda, flaca, alta, baja, peluda, calva…
Y llegamos a la sexualidad con ese cuerpo que han querido controlar, y dan por hecho que
debes mantener relaciones con alguien parecido a ti. De tu misma edad, altura, peso,
condición social. Porque si no es así, es sospechoso. Algo querrá el que consideramos más
desfavorecido.
Y lo que debemos entender -desde ya- es que todas las personas que están en una relación, de
manera voluntaria, sacan un provecho de esa relación, y no siempre es lo mismo para los dos
(o cuantos sean). A mi me puede interesar tu vigor, a ti, mi experiencia. A mi tu conocimiento;
a ti, el olor de mi piel. Todo bien, si no estamos engañando a nadie, incluidos a nosotros
mismos.
Sex-positive → sexo seguro y consentido
En definitiva, tomemos consciencia del bombardeo al que estamos sometidas en nuestro día a
día por encajar en lo esperado de nuestra edad y género, y dejemos de exigirnos caber en ese
modelo preestablecido.
Tienes un cuerpo, ropa, zapatos, cremas, un deseo sexual, y ahora tienes todo un verano por
delante para hacer con él lo que te dé la gana.
Laila Pilgren, fundadora & directora de Sex Academy. Actualmente en el nivel 50 de este juego
que es la vida.