Los orgasmos pueden surgir desde estímulos físicos-mecánicos. Pueden surgir desde estímulos mentales. O mediante combinaciones de los dos. Pueden ser localizados en la zona genital o pueden sentirse en otras partes del cuerpo. Pueden ser más o menos voluntarios. Pueden darse de infinidad de maneras e intensidades. Pueden ser auto-cultivados o generados de manera interactiva. Puedes aprender a reconocer y a dirigir la energía orgásmica para los fines que estimes importantes.
¡Qué cantidad de posibilidades!
Dar a luz es potencialmente orgásmico. Está sobradamente comprobado que cuando se desarrolla el parto de manera 100% natural, la intuición, la química y la fisiología naturales de la madre obran con tal coordinación que el momento de eyección del bebé es orgásmico.
Se dice que el momento de la concepción, justo cuando el esperma y el ovulo conectan, se parece a un orgasmo.
Dicen también, quienes han tenido experiencias cercanas a la muerte, que en el momento preciso de “morirse”, ocurre algo similar; se siente algo como una sensación orgásmica cuando la energía vital, consciencia o alma se desprende del cuerpo.
Nacimiento, muerte, vida, muerte…ciclos infinitos de trans-formación.
Ondas continúas de expansión y contracción energética.
Amar y temer. Abrir y cerrar. Exhalación e inhalación.
Una misma frecuencia de energía que se manifiesta y percibe en múltiples funciones vitales.
Interesante que, según las mediciones de los físicos, el “campo unificado en el que TODO existe” (del que formamos parte) vibra con la misma frecuencia de onda que la energía que nuestro cuerpo emite cuando sentimos “Amor” y la misma energía que emitimos y canalizamos cuando tenemos orgasmos.
Nuestro corazón es un receptor/transmisor potentísimo de esa energía universal, del “Amor”. Nuestros genitales también están dotados con unos sensores neuronales exquisitos que amplifican y potencian esa misma energía universal. Solo que, en este caso, no lo consideramos amor, lo llamamos “sexo”. Tanto nuestros corazones como nuestros genitales captan y amplifican excepcionalmente la misma frecuencia de energía universal. En realidad, cualquier parte de nuestro cuerpo lo puede hacer.
Cuando sentimos Amor y sensaciones orgásmicas, dejamos temporalmente de percibirnos como “separados”, “solos” …durante un tiempo, más o menos largo, recordamos que somos parte de la Totalidad.
Nacemos con la capacidad natural de experimentar esto; es nuestra esencia. Pero para muchísimas personas, muy pronto, esta capacidad innata se vuelve inaccesible debido a los condicionantes de su vida, por las experiencias emocionalmente traumáticas de sus vidas. Se cierran y olvidan…con frecuencia, sintiéndose vacíos, solos, desconectados.
Curioso que el neurotransmisor/ hormona “oxitocina” tenga un papel determinante en el funcionamiento del corazón, en el desarrollo de la excitación “sexual”, en el desenlace de los orgasmos, en la eyaculación, en la menstruación, en el parto, en la lactancia, en el “enamoramiento”, en la vinculación afectiva y en el momento de la muerte. Todo ello siendo intrínseco a la existencia humana. Sin embargo, en gran parte del planeta (por diversos motivos) se han ido separando sexo, amor, la capacidad de crear vida y la muerte en apartados diferentes. Quizás sería interesante empezar a considerar todo ello desde una perspectiva de co-existencia creativa, y no como experiencias diferentes a ser tratadas individualmente.
Por Nicole Prado. Master en Desarrollo Transpersonal, Mindfulness y Terapia Sistémica Transpersonal y colaboradora de Sex Academy Madrid